En México, el charro es
un personaje popular que cumple las funciones de hacendado y de jinete en las zonas rurales del país. Icono de la
mexicanidad, presente en el imaginario colectivo así como en la literatura, cine, pintura. El traje del charro representa los caudales de
los hacendados, pues lleva botonadura de plata. Además del poder económico, los
charros ostentaban un poder social importante como dueños de grandes extensiones
de tierra productoras.
Charro significa "jinete",
viniendo de dos posibilidades, la primera, proviene del vascuence (siendo el norte y el occidente del país
áreas colonizadas
mayoritariamente por vascos) Txarro; la segunda es que proviene de
"chaucho" o de "ordoñez" que en el árabe mudéjar provenía de la palabra "hawsh" para
significar al que maneja animales, debido a que durante siglo XVII hubo una gran
afluencia de colonos andaluces hacia el Nuevo Mundo quienes llevaron consigo
palabras de origen morisco.
En Argentina, habiendo surgido
el término en la ciudad de Rosario, suele llamársele "Charro" al
cigarrillo de ganja. Es también común en esta ciudad el uso de su
diminutivo "charrito" como término amistoso (e.g. "sale un charrito?").
En España la palabra charro es
usada para nombrar a los nativos de Salamanca.
Según la Real Academia de la Lengua Española, la palabra "Charro" como nativo
de Salamanca, España, se relaciona etimológicamente con la palabra vasca "txar" que quiere decir
"defectuoso o débil"
La vestimenta típica de los hombres de Salamanca, es el traje de charro, que
en México, y no necesariamente derivado del primero, se establece oficialmente
en las décadas posteriores a la Revolución mexicana como el "atuendo
nacional".
El charro moderno practica la charrería que está considerada como el deporte
nacional en México a pesar de que
el fútbol es mucho más popular y
que la mayoría de la población urbana ignora los aspectos más básicos de la
charrería. Esto pudiera deberse en gran medida a que a diferencia del balonpié,
(un deporte que no implica mayores problemas para practicarse que el uso de una
pelota y el cual se puede jugar en casi cualquier lugar), la charrería es
mayormente practicada por las clases pudientes, por lo oneroso del mismo
mantenimiento equino y de la vestimenta propia. Actualmente, y ya como actividad
competitiva y reglamentada,encuentra su manifestación auténtica
en este país, basada en las prácticas y ecuestres desde la Colonia hasta la
Revolución mexicana.
En el Virreinato de la Nueva España, a los indígenas les estaba
prohibido montar o poseer caballos, con excepción de los tlaxcaltecas nobles y otros
caciques aliados y sus descendientes. Para las labores de ganadería, sin
embargo, era necesario emplear vaqueros preferentemente mestizos y en pocos casos indígenas; entre las condiciones
para otorgarles permisos para montar estaban el ser empleados en un hacienda,
utilizar sillas distintas a las militares y vestir con cuero o gamuza por lo que
a éstos vaqueros se les llamaba "cuerudos".
Con el tiempo, tanto los terratenientes como sus empleados conformaron,
primero en el Altiplano Mexicano y después en casi todo el
país, un estilo hípico nuevo adaptado a las características de este
variable y accidentado territorio.
Después de la independencia, proliferaron los
hombres "de a caballo" propietarios de pequeñas granjas y arrendadores independientes que por su
condición de mestizos con rasgos mulatos
o indígenas eran conocidos como
chinacos mientras que a los empleados
de las haciendas se les llamaba simplemente "caporales" y "vaqueros".
Los hacendados ricos
gustaban de ornamentaciones similares a las de los aristócratas y de los
oficiales de caballería en trajes con un corte totalmente distinto haciendo
alarde de sus riquezas, mientras que los jinetes menos acaudalados los hacían
adornar con bordados de "pita" proveniente
de la fibra del maguey
ó con grecas y calados en gamuza.
El general Ignacio
Zaragoza en 1861, durante el gobierno de
Benito Juárez, crea
el primer "Cuerpo de Rurales", que eran auxiliares del ejército así como
encargados de perseguir asaltantes de caminos y poblados rurales. Durante
período de Porfirio
Díaz, se caracteriaron por garantizar la seguridad y también por sus abusos.
Eran jinetes muy experimentados y
estaban uniformados con trajes de charro de color gris y sombrero. Sus armas las
componían el machete, la reata,
pistola, carabina de montar y una
larga lanza; temibles en el uso de ésta
última, se dice que "con el lazo y con la lanza se forjó el Charro"
Para mediados del Siglo XIX, los "de a caballo" en México se enfrentaron en
la Guerra de
Reforma, los charros de abolengo se acercaron al "Príncipe extranjero" Maximiliano de Habsburgo que buscaba
rodearse de ellos para integrarse a México y a sus tradiciones, incluso se le
atribuye la modificación al pantalón de Charro. Por otra parte, los Plateados,
que eran rancheros acaudalados pero liberales y los chinacos peleaban por la República.
El marqués de Guadalupe Gallardo,
Carlos
Rincón Gallardo es considerado el padre de la charrería y es antepasado de
muchos charros notables y jugadores de polo.
El personaje histórico más representativo del charro mexicano, es el General
Emiliano Zapata,
quien aún antes de la Revolución era conocido en la región del Sur de México por
ser un extraordinario jinete y arrendador de caballos.
Se dice que la charrería se originó en el estados de Jalisco y México, pero es hacia la década
de 1930 con la migración del Campo princpalemente hacia la Ciudad de México cuando surge la
Charrería como un deporte reglamentado y se construyen los Lienzos Charros.
La silla
de montar mexicana, que es hija de la española y nieta de la árabe, no
obstante el hecho de que es relativamente pesada comparada con otras, es muy
cómoda tanto para el caballo como para el jinete y básicamente se conforma por
un "fuste" o esqueleto de madera, cuerajes y estribos entre otros
accesorios.Existen tan bellas sillas de montar que son una auténtica obra de
arte: de cuero talabarteado o amartelado que forman figuras en todas sus
elementos o arreos; las hay con molduras de plata, con hiladuras de colores que
alegran y embellecen los arreos, y se suelen acompañar de tientos, donde se atan
y cuelgan lo mismo un machete que una cuarta o un fuste, un rifle o un
gabán.
Los arreos y avíos el charro (o vaquero) mexicano, estos fueron copiados por el
cowboy o "buckaroo" estadounidense, luego de la colonización del territorio
mexicano perdido a manos de los estadounidenses. De hecho la silla
de montar tejana está basada en la silla mexicana de chinaco.
Durante la Revolución mexicana el caballo criollo
mexicano prácticamente desaparació, debido a su excesivo uso durante el combate.
Así que los caballos más utilizados para la charrería son el Cuarto de Milla, de
origen norteamericano y el Caballo Azteca que es una raza
reciente.
El Caballo Charro debe ser de mediana alzada, muy fuerte, de temperamento
noble y veloz.
La "reata" o soga
de lazar es indispensable para la charrería así como las espuelas, chaparreras
y el traje de Charro.
Tumba de José Alfredo Jiménez, en las afueras de Dolores,
muestra 2 símbolos mexicanos: el sarape y el sombrero de
charro.
Las haciendas, hasta principios
del siglo XX constituían en la práctica pequeños feudos con jerarquías más o menos rígidas, esto también
se hacía evidente en la indumentaria: el traje de faena que el patrón y los
varones de su familia utilizaban eran más lujosos y en ocasiones con colores
distintos. Los charros más ricos usaban los atavíos de sus antecesores que
cabalgaban "a la Jineta". Después adoptaron la indumentaria que consistía en un
"coleto" que era una chaqueta muy corta, pantalones bastante amplios con
tapabalazos; calzoneras de casimir, con botones de plata en los costados y en
los tapabalazos; y en la parte inferior que dejaba al descubierto del calzón,
este lucía bordado, deshilado y otras delicadas labores, generalmente criollos vestían de
lana con ornamentos en plata y los más modestos adornaban sus trajes con grecas
de gamuza. Por otra parte, los peones (empleados "de a pie")se conformaban con
manta de algodón y huaraches como calzado en lugar de botas.
Las principales creadoras de esta vestimenta del vaquero mexicano y del
caporal han sido las mujeres del campo, quienes con gran habilidad e ingenio
echaban mano de materiales menos lujosos que los de los patrones de sus maridos
e hijos para confeccionarles prendas resistentes tanto como hermosas. Una prenda
muy importante son las chaparreras. Por chaparreras se entiende una prenda de
vestir útil para realizar ciertas faenas del arte de la charrería; no se ha de
olvidar que la práctica del manejo de animales mayores en México fue el origen
de lo hoy es llamado arte de la charrería. No es un mero folklore ni un juego
sino el resultado del manejo de los animales para herrarlos y agruparlos para
conducirlos bien al matadero o otros lugares lejanos, para vacunarlos u otros
menesteres. La chaparrera es pues un faldón de cuero que se ata con correas a la
cintura por la parte trasera y penden de él dos tiras amplias de cuero recio que
a su vez se atan, con cintillas o botonadura, por atrás de las piernas, los
muslos, y llegan a cubrir casi hasta los tobillos formando como una coraza
protectora a la hora de realizar suertes a caballo. Un ejemplo de su uso es el
protegerse de los "chaparros" o arbustos -de allí su nombre-, que al cabalgar o
trabajar en el campo rozan con la pierna y razgarían el pantalón si no fuea por
esa protección "chaparrera" de las ramas bajas y espinadas. En la suerte de los
piales -además- la reata suele rozar con el muslo, cosa que de no ser por la
chaparrera se quemaría la ropa y el muslo con la fuerza del tirón tan fuerte
para deribar el animal. Además, cubre un poco más la parte interior del muslo
que roza con el fuste de la silla y, que con el mucho montar y ejetreo, llega a
producir llagas severas.
Los Chinacos usaban un sombrero
plano parecido al andaluz. Calzón de manta
largo cubierto por otro pantalón abierto de los lados exteriores los cuales eran
abrochados por una botonadura que dio lugar a la que posteriormente han usado
los charros mismos que en aquel entonces tenían una indumentaria similar a la
del chinaco, pero más ostentosa.
El traje de charros reglamentado, que puede ser de faena o de gala, debe ser
confeccionado con lana, gamuza o la combinación de ambos materiales. Consta de
pantalón, chaquetilla, camisa (en ocasiones chaleco), botines y corbata de
rebozo.
Los colores permitidos son toda la gama de café, azul oscuro, marrón, gris y
verde seco los cuales contrastan con las "grecas" o calados y las botonaduras.
También se utiliza el rojo oscuro mezclado con negro únicamente en el pantalón
de caporal y en los complementos de la
montura. Colores como el blanco o el rosa están proscritos.
Los botines deben ser del color del cueraje de la silla, es decir miel, café
o bayo. El traje negro es solamente para bodas o funerales y es el único que
debe llevar botines negros.
La camisa, que puede ser "pachuqueña" conocida también como "cuello doblado"
y la "Tapatia" dando preferencia al blanco y al color hueso, el color rosa y
negro están proscritos.
El famoso sombrero, está hecho de fieltro de lana, de pelo de liebre o de paja de trigo y es una auténtica protección para el brillante sol
de México y para la caída desde el
lomo de un caballo.
Por eso el verdadero sombrero de
charro es de ala ancha, levantado de la parte posterior; lleva en la copa cuatro
"pedradas" que le dan resistencia en caso de impacto. Para ese último caso es
mejor el sombrero hecho de palma, que es más sólido sin ser demasiado
pesado.
De acuerdo a la región presenta variantes: en las zonas más secas, el ala es
más ancha que en las zonas boscosas, y en aquellas con mayor humedad, los
materiales son más frescos y ligeros que en las tierra altas.
Suelen adornarse generalmente con toquillas y ribetes bordados o "calados".
Los tipos de sombrero más usados
son: el "San Luis Moderado", "Pachuca", "Cocula", "Hacendado", etc.
Un sombrero de charro verdadero se manda hacer con artesanos especializados y es muy distinto al que se
vende en las tiendas de "souvenirs" para turistas.
Se pueden añadir más usos del sombrero charro. Para quienes lo han usado
saben los múltiples usos y beneficios de su diseño. Algunos pueden ser: no sólo
cubre del brillante sol sino igualmente del viento y, sobre todo, del polvo; con
él se atiza un fuego como se apaga si se enciende el campo; se ataranta una
víbora y luego se la mata, protegiendo de su mortal mordida; se realiza un
bonito lance a un toro bravo que sale por el monte y se le esquiva; se le da de
beber a un cuaco o a cien que hubiera; se cubre el anonimato antes de un lance
de amor o de librarse de un enemigo; se utiliza como escudo en la defensa de un
ataque a machete o navaja, tomándolo del barbiquejo; cubre estupendamente de la
lluvia que, con manga de paja o lona ahulada, es el mejor paraguas a pie o a
caballo; en jaripeo, sobre todo de toros cebú, protege de los peligros de una
cornada y, en caso de caída, hace las veces de casco; y otros usos se que
podrían añadir por quienes lo hemos utilizado en el campo.
Ya a fines del siglo XIX charro era sinónimo de jinete muy diestro o
experimentado.
Uno era el rico terrateniente y otro el peón de hacienda, si bien ambos
usaron sombrero ancho durante mucho tiempo. El charro al ser terrateniente o
empleado de confianza de éste (dueño de la tierra), tenía generalmente un status
social "superior" al de los otros campesinos.
Durante los siglos XIX y XX los jinetes que no pertenecían a las clases altas
mexicanas eran conocidos como "chinacos", es decir mestizos en recuerdo de una de las castas del periodo
virreinal.
El amansador o el vaquero jornalero (hábiles jinetes) aún
siendo humilde contaba con el prestigio de ser mejor "cotizados" como empleados
que cualquier otro tipo de trabajador y vestían trajes de charro semejantes a
los de los patrones.
Con excepciones notables como la del mismísimo caudillo revolucionario Emiliano Zapata o Benjamín
Argumedo el charro actual, es en muchos casos conservador y con frecuencia
reaccionario. Por eso, en el sindicalismo mexicano se le llama "líder charro" a
aquel que representa los intereses del patrón y no de los agremiados. (Una
curiosa paradoja es el caso del Jorge Negrete quien en el cine representaba al
charro, pero como sindicalista fue notable por su honestidad y por las
conquistas laborales que logró en su tiempo.)
Los caballerangos, herreros, pastores
y arrieros no eran considerados
necesariamente charros, pero aspiraban a serlo. De manera bastante similar al
servicio personal en la España medieval, en las haciendas mexicanas, los charros
tenían un prestigio caballeresco al cual muchos de los vaqueros buscaban
acceder.
El discurso oficial de las primeras décadas del siglo XX estableció al charro
como "arquetipo del mexicano al lado de la china poblana, aun cuando la pareja original de
ésta fue el chinaco". Bien aceptado
por las diversas clases sociales que lo identificaban, ya sea como emancipación
del indígena o "indio alzado"
(o montado) y al mismo tiempo como la herencia hispana y ostentosa pero
romántica.
No obstante el origen clasista del charro mexicano, en la actualidad, en los
equipos que practican la charrería hay atletas tanto humildes como acaudalados
que destacan por su desempeño en un ambiente de igualdad (al menos) durante las
prácticas y encuentros.
En las zonas rurales, la posición social del charro ha sido emblemática,
aunque desde hace varias décadas, con la influencia globalizadora han cambiado
mucho las cosas.
El fenotipo más común en el
charro es el del criollo y el mestizo con facciones predominantemente ibéricas, variando desde luego en
cada región: en Jalisco hay charros de tez clara; en la costa del golfo los hay
con rasgos mulatos y en el sur se ve más
el tipo indígena. Curiosamente
una buena parte de los descendientes de inmigrantes libaneses y sirios se ha
integrado al ambiente de la charrería.
Existen en Estados Unidos asociaciones de Charros, tanto aficionados como
profesionales, debido a la enorme población de origen mexicano en ese país.
El Charro cancionero y alegre del cine mexicano no es tan ficticio como sus
críticos pretenden, ya que antes de la era de los medios masivos de
comunicación, la gente del campo se
entretenía haciendo música y
bailes, esto es la fuente del folclore.
En México la cultura de la fiesta y
de la convivencia, hicieron del charro un personaje alegre, un tanto fanfarrón y
un ente completamente social a diferencia del (parco) aunque también machista
vaquero estadounidense.
La influencia de la cultura de la charrería esta presente en el México actual en múltiples
expresiones, por ejemplo la palabra lana
como sinónimo de dinero ya que esta
fibra era distintivo de las clases dominantes en el campo. Expresiones como "no
te bajes del caballo" o sea: "no cedas"; o bien el imperativo "picale" (con las
espuelas al caballo) para significar "corre" o "apúrate". Este "pícale" también
ha derivado en "ándale" con la misma función.
Los cuadros del pintor Ernesto
Icaza retratan diversas escenas de charrería en el campo, documentando las
costumbres y características de la charrería de finasles del Siglo XIX y principios
del XX.
En el cine, el charro ha sido tema tan recurrente como el "cow-boy". Algunos
de los charros cinematográficos han sido: Pedro Infante, Luis Aguilar, Javier Solís, Tito Guízar, Miguel Aceves Mejía, Francisco
Avitia entre otros.
Jorge Negrete, el
Charro Cantor es considerado el mejor representante del Charro Mexicano
en el cine.
Notable por sus brillantes espectáculos ecuestres ha sido Antonio Aguilar
posiblemente el último representante genuino del charro en la industria del
entretenimiento, misma que en las últimas décadas ha contribuido a la
distorsión del concepto y de la imagen del charro en telenovelas de baja
calidad y con cantantes puramente comerciales, con poco o escasísimo contenido
cultural.
En muchas mujeres de hispanoamérica aún produce suspiros el charro, el
rejoneador o el gaucho, tal vez por que en el incosciente colectivo representan
la virilidad primitiva.
Aun cuando México se caracteriza por su riqueza y variedad folclórica, la
imagen del Charro unifica a México debido a que su uso no ha estado limitado a
una sola región y a que representa el mestizaje mismo que se considera la base de la
identidad mexicana.
Escaramuzas charras realizando trenza.
Las Asociaciones de Charros, a la manera provinciana y tradicional eligen una
"Reina de los Charros" cada año, que, es una joven perteneciente a una
asociación o a una región que comprende varias asociaciones. Su función es
social y son encargadas de inaugurar temporadas o festejos.
En un contexto con cada vez más equidad
de género, la amazona es una deportista activa en el medio de la charrería y
su principal disciplina es la escaramuza charra. Para esta se utiliza una
montura llamada albarda charra. Hay
mujeres que practican otras suertes también muy intrépidas y espectaculares.